domingo, 14 de abril de 2013




PEDIDAS DE MANO 
DE LOS ANTIGUOS GRIEGOS:

Un baile lo echo todo a perder: la pedida de Agarista.




Resulta que Clístenes, hijo de Aristónimo, nieto de Mirón y bisnieto de Andreas, tenía una hija, cuyo nombre era Agarista, y quiso dar con el griego más adecuado de todos para concederle su mano.
En este sentido, mientras se celebraban los Juegos Olímpicos- en el curso de los cuales obtuvo la victoria con su cuadriga-, Clístenes hizo lanzar un bando según el cual todo griego que se considerara digno de convertirse en yerno suyo debería presentarse en Sición al cabo de setenta días, o incluso antes, ya que él se proponía celebrar la boda en el plazo de un año a partir de la fecha citada. Entonces, todos los griegos que se sentían ufanos  fueron acudiendo en calidad de pretendientes.

Clístenes, a tal efecto, había hecho construir para los asistentes un estadio así como una palestra.
Pues bien, de Italia llegaron Esmindírides de Síbaris, hijo de Hipócrates, un sujeto singular que, como es sabido, llegó en su gusto por lo exquisito a los mayores extremos, y Dámaso de Siris, hijo de Amiris (a quien se denominaba "el Sabio").
Esos pretendientes llegaron de Italia: mientras que del golfo Jonio, lo hizo Anfimnesto de Epidamno, hijo de Epístrofo. También se presentó un etolio, un hermano de Titormo- el famoso Titormo, cuya potencia física no tuvo parangón en Grecia y que rehuyó todo contacto humano, refugiándose en lo más recondito de Etolia-, llamado Males.
Del Peloponeso acudió Leocedes, hijo de Fidón, el tirano de Argos (el célebre Fidón, que fijó entre los habitantes del Peloponeso los sistemas de pesos y medidas y que, sin lugar a dudas, fue la persona más arrogante de toda Grecia, hasta el punto que destituyó a los eleos que presidían los Juegos Olímpicos y él personalmente organizó la competición). Además del hijo de este sujeto, se presentaron también Amianto, hijo de Licurgo, un arcadio originario de Trapezunte, Láfanes- un azanio oriundo de la ciudad de Peos-, hijo de Euforión (quien, según una historia que circula en Arcadia, albergó en su casa a los Dioscuros y que, desde entonces, brindaba hospedaje a todo el mundo), y un eleo llamado Onomasto, hijo de Ageo. Estos fueron, en suma, los pretendientes que acudieron desde el propio Peloponeso.

De Atenas llegó Megacles, hijo de Alcmeón y con él, Hipoclides, hijo de Tisandro, el ciudadano más rico y apuesto de Atenas. De Eretria, que por aquel entonces gozaba de una floreciente prosperidad, acudió Lisanias, la única persona de Eubea que lo hizo.

Tal fue, en total, el número de pretendientes. A su llegada en el plazo establecido, Clístenes lo primero que hizo fue recabar información acerca de sus patrias y de la alcurnia de cada uno. Posteriormente, los retuvo a su lado durante un año y puso a prueba su valía personal, sus inclinaciones, su educación y su carácter, tanto en entrevistas privadas con cada uno de ellos, como en reuniones conjuntas.
Asimismo, a los pretendientes más jóvenes se los llevaba a realizar ejercicios gimnásticos; pero donde los puso a prueba con mayor atención fue en la mesa, pues durante todo el tiempo en que los retuvo a su lado, se dedicó constantemente a esa tarea y, además, los agasajó espléndidamente.
Pues, al parecer, los pretendientes que más le agradaban eran los que habían llegado de Atenas; y, de dos en cuestión, era Hipoclides, el hijo de Tisandro quien gozaba de sus preferencias, tanto por su valía personal, como debido a que, por sus antepasados, estaba emparentado con los Cipsélidas de Corinto.

Cuando llegó el día fijado para el banquete de bodas y para que, por su parte, Clístenes designara a la persona elegida entre todos los aspirantes, éste último sacrificó cien bueyes y obsequió con un festín a los pretendientes propiamente dichos, así como a todos los habitantes de Sición.
Una vez terminado el convite, los pretendientes se pusieron a competir sobre temas musicales y hacer gala de su elocuencia.

La sobremesa se iba prolongando, cuando Hipoclides, cuyo ingenio eclipsaba sensiblemente a los demás, le pidió a la flautista que hiciera el favor de interpretar una pieza de danza; y en el momento que la flautista cumplió sus deseos, se puso a bailar.

Por lo visto, Hipoclides disfrutaba tanto con el baile, pero Clístenes, ante el espectáculo, empezó a recelar de todo aquello.
Acto seguido, y tras una breve pausa, Hipoclides pidió que alguien trajera una mesa; y, cuando la mesa llegó a la sala, primero bailo sobre el mueble unas cabriolas laconias, luego otras de origen ático, y, en tercer lugar, con la cabeza apoyada encima de la mesa, ejecutó con las piernas unas pantomimas.
Durante la representación de los dos primeros bailes, Clístenes desechó ya la idea de que Hipoclides llegara a convertirse en su yerno debido a la indecente exhibición del baile, pero se contuvo, pues no quería tener un altercado con él.
Mas, cuando vio que ejecutaba unas pantomimas con las piernas, no pudo contenerse por más tiempo y exclamó:
- Hijo de Tisandro, a fe que con tus bailes has dado al traste con la boda.
Sin embargo Hipoclides le respondió como sigue:
- A Hipoclides le tiene sin cuidado.

Entonces, Clístenes impuso silencio y, ante toda la concurrencia, se expresó en los siguientes términos:
- Concedo, en fin, la mano de mi hija Agarista al hijo de Alcmeón, a Megacles, de acuerdo con las leyes atenienses.
Megacles, entonces, manifestó que aceptaba su mano y el matrimonio quedó ratificado por parte de Clístenes.





Enkrís: un dulce para la novia.

Ateneo, que lo cita siempre en plural, explica que es un pastelillo (tal vez una especie de buñuelo) "cocido" en aceite y bañado después en miel. Eran también un regalo para una novia, junto con otros dulces.


Krëíon: una señal de amor.

Es un pastel de boda, que entre los argivos ofrecía la novia al novio. Filitas dice que se cocía en brasas y se servía bañado en miel.


Kribáne: dulces senos.

Según Sosibio, lo cita Alcmán, describiéndolo con forma de pecho de mujer. Era un pastel de bodas laconio y su nombre recuerda a Kribanítes, derivado del horno de campana, llamado kríbanos. Esto podría indicar que se cocía en él o simplemente puede hacer referencia a una semejanza en la forma.